30/1/12

País de cobardes.....



















Durante los primeros seis cursos de la EGB tuve dos compañeros llamados, Juan Yagüe y Carlos García Mola. Un día, al empezar cuarto, en las primeras clases de geografía, el nuevo profesor Montoro, un energúmeno que nos hacía rezar el credo antes de cada clase, al pasar lista se fijó en los apellidos de los dos y haciéndoles poner en pie les recomendó que hicieran honor a sus ilustres apellidos. El resto de la clase nos quedamos estupefactos creyendo que "Carlitos" y Yagüe "el torpe", eran ni más ni menos, que descendientes de una ilustre estirpe, o vete tú a saber. Con el tiempo, corría el año 1977, olvidé el asunto y no fue hasta más tarde cuando comprendí el consejo del "ilustre" profesor.

Han pasado más de treinta años y los apellidos de mis compañeros se iluminaron en mi mente el día del sorteo de la lotería de reyes: el gordo había caído en un pequeño pueblo de Burgos llamado San Leonardo de Yagüe. Es evidente que no podía ser casualidad tanto Yagüe. Gracias a internet y un rápido vistazo por la web del pueblo, me cercioré de que en este país nada parece haber cambiado. Este pueblo aún conserva el nombre en recuerdo de "El carnicero de Badajoz", el general franquista que se alzó junto a Franco, tomó Sevilla, Badajoz, entró en Barcelona y que entrevistado por un periodista americano acerca del fusilamiento masivo de más de tres mil civiles en la plaza de toros de Badajoz, respondió que cómo iba a dejar a más de tres mil rojos a sus espaldas en plena guerra.

Ver como Mladic u otros militares de la guerra de los balcanes son juzgados y comparar como en este país aún se honra la memoria de lo que ahora se consideraría un criminal de guerra me hace poner los pies en el suelo...., de nuevo.

Me digo que esto de salir de Barcelona para ir sólo al extranjero me ha hecho obviar ciertas cosas que pasan en las españas. Así que en honor al profesor Montoro, me doy un paseo virtual por la geografía española y encuentro un Quintanilla de Onésimo, (ahí donde el ex-presidente Aznar pasaba parte de sus vacaciones), pueblo que conseva el nombre en honor a Onésimo Redondo, un tipo que fundó la Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, racista en extremo y que más tarde, junto a Ledesma, fundaría las JONS, Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, y que en 1934 se fusionaron con la Falange Española de Primo de Rivera. Su muerte en plena guerra civil, una muerte estúpida pues confundió a militantes anarquistas con falangistas a causa del color de las banderas y fue acribillado al momento, le convirtió en mártir del movimiento. En 1961 se inauguró el monumento,(foto adjunta), en su honor en el Cerro de San Cristóbal de Valladolid, monumento que no es derribado hasta el verano del..... 2011. Increíble.

Sigo buscando y encuentro villas, pueblos y ciudades, calles, plazas, avenidas y monumentos de curiosa memoria: Llanos del Caudillo, Alcocero de Mola, Alberche del Caudillo e incluso la sede oficial de los premios príncipes de Asturias se encuentra en la plaza Primo de Rivera, cerca de la avenida de la División Azul. La verdad, no tengo espacio para todo lo que encuentro solo en Ceuta y Melilla, pero también en ciudades y pueblos que durante años han tenido gobiernos socialistas.....

En Madrid la cosa se desmadra, encuentro calles dedicadas a Yagüe, a los Héroes del Alcázar, a Ordaz, a Millán Astray, la calle de Carrero Blanco y un sin fin de tenientes, capitanes y generales cuyos méritos desconozco, pero intuyo, e incluso el pasaje del generalísimo Franco. La palma se la lleva el pintoresco pueblo de no más de 763 habitantes llamado Palomares del Campo cuyas seis calles son: Mártires de la cruzada, general Primo de Rivera, General Moscardó, Av. del Generalísimo, Av. Jose Antonio y calle de Calvo Sotelo.

Supongo que es normal que una vez pasados trescientos o más años, algunas figuras controvertidas pasen a la memoria popular y queden olvidados sus desmanes, pero en este caso estamos hablando de criminales de guerra reconocidos, dolorosamente presentes en en la memoria de muchos. Basta con teclear el callejero de páginas amarillas para comprobar que Spain is different, da grima pensar en la cantidad de gente que es responsable de tal desaguisado. La nomenclatura de calles, plazas y avenidas suele corresponder a los ayuntamientos, tal vez el órgano de poder más cercano al pueblo, y a éste, es claro, no le inmuta ni le afecta que sus calles lleven nombres de asesinos, criminales de guerra o fascistas reconocidos.

De vuelta al siglo XXI, exhausto tras leer las biografías esquemáticas de todos estos personajes me pregunto que si este país sigue sin salir del más profundo pozo de mierda, y nos va como nos va, alguna culpa hemos de tener todos por permitir esta sinrazón, alguna culpa hemos de tener por sentirnos representados por unos políticos cobardes y miserables que no se atreven ni a cambiar el nombre de una calle, ya no digo los supuestos demócratas de derecha, sino de los políticos que van de demócratas o socialistas, mientras su sede oficial podría estar en la calle Millán Astray. Los nombres de nuestras calles nos dicen mucho más de lo que pensamos, nos representan, hablan de nuestra historia y de nuestros olvidos. Me es imposible imaginar el pasear por Berlín o Hamburgo y encontrar calles dedicadas a Himmler, Goering, Heydrich, Hitler, o a la mayor gloria de Treblinka o Auswitch.

Creo que en este país hay tres o cuatro docenas de valientes, unos cientos de malvados y millares de cobardes, indiferentes a nada que no les afecte directamente, así que me extraña la valentía del juez Garzón a la hora de rescatar del olvido, de la amnesia colectiva, los miles de fusilados y represaliados. Que iluso fue al pensar que los mismos que permiten que el recuerdo de los asesinos sea homenajeado a perpetuidad en calles y pueblos, permitieran mancillar su propia historia. Si, el juez es valiente e iluso, pero nosotros, tanto los que votamos a la derecha o a la izquierda, somos cobardes. Ya no tendrían que darnos miedo esos fantasmas ni sus secuaces, pero lo cierto es que permitimos, con nuestra indiferencia, que los mismos que se comportaron como hienas rabiosas en la victoria, campen a sus anchas entre los vivos.