1/10/08

Comprometido

Acabé medio libro. Casi trescientas páginas repletas de nada. Es bueno ser crítico con uno mismo antes de hacer el ridículo en público. Me doy cuenta de que la ficción es pueril, ñoña, fría: así que guardo lo escrito como quien almacena un mal recuerdo.
La realidad siempre supera a la más delirante de las ficciones. Me voy a dar una vuelta y a vivir en mis recuerdos: me gustaría saber narrar la tristeza que provoca el hambre en la mirada de un niño, la estúpida emoción al ver mi primer letrero de campo minado, la extraña sensación de felicidad que te invade cuando la soledad es abrumadora, cuando no conoces las constumbres, el idioma, los dioses y los sabores de todo lo que te rodea. Turista accidental de la nada. Me gustaría ser valiente y tener un compromiso con el mundo. Divago. Ojeo el periódico y veo una cara conocida. Miguel vuelve a Barcelona.
Visito la exposición dedicada a la memoria de Miguel Gil situada en el Palau Robert del Paseo de Gracia, -(buscar en internet o en libros y sabréis quien es)
Me doy cuenta de que lo que más me asusta del mundo, es la indiferencia con la que contemplamos la barbarie, el sufrimiento ajeno: sin apenas mostrar emoción por nada, dejamos impunes acciones cometidas en remotos lugares, olvidando con extrema facilidad la tremenda carga de brutalidad que esconde cada noticia de guerra y hambre, sin preocuparnos por apenas nada que esté en el exterior de nuestro círculo virtuoso, sin preocuparnos del que se arriesga por dar esa noticia.
Empieza el frío en el Caúcaso y miles de familias seguirán sin techo ni calor en Ingusetia, Osetia, Chechenia, Georgia, Azerbayán, Daguestán....nombres que parecen fabricados a propósito para el olvido. Me comentan, y tal vez concon razón, la inutilidad de la preocupación o de la protesta, sin duda a causa de la improbable ayuda que les podemos aportar. Nuestras manos, me dicen, están atadas y todo depende de los grandes grupos corporativos, de alianzas geoestratégicas, de suministros de energía....
Parece que el ser humano como individuo ya no pinta nada en el concierto internacional, hasta que un Miguel Gil cualquiera te devuelve a la realidad. Sus imágenes únicas y exclusivas de las deportaciones de albanokosovares en Kosovo, el valor de quedarse en Pristina en un momento en que todos los periodistas eran expulsados y los diplomáticos europeos y norteamericanos huían, el mostrar al mundo los vagones atestados de famélicas familias rumbo a la nada, fueron decisivas en la conciencia internacional, devolvieron los peores recuerdos a la civilizada Europa y desvelaron la mentira serbia de que en Kosovo no pasaba nada digno de ser mencionado.
Su testarudez en mostrar al mundo el sufrimiento del pueblo checheno, tras atravesar montañas y soportar la "frialdad" rusa me ha permitido vomitar a gusto cada vez que veo a Zapatero, al Papa o a Sarkozy lamerle el miembro a Putin a cambio de gas... y volverme más escéptico si cabe.
Si no se escribir, así será, pero en cada viaje aprendo a no eludir responsabilidades escudándome en que el otro es más fuerte y poderoso. Siempre serán más fuertes y poderosos, qué más da. El mal se alimenta de nuestra ceguera, de nuestra indiferencia y descansa en nuestro olvido.
El ejemplo de Miguel, olvidado por instituciones, televisiones y público en general, tal vez no venda, sus minutos televisivos como persona no deben ser rentables.... tal vez la crisis famosa venga por lo que nos venden, mierda a precio de oro. No compro.