3/9/10

Valor


Tengo la sensación de que apenas nos detenemos en valorar palabras que solían definir la verdadera esencia de las personas: coraje, humildad, sabiduría, nobleza, humanidad, valor, cobardía, maldad, ignorancia, etc... Palabras que pronunciadas ahora, en nuestro ambiente habitual, suenan a pasadas de moda, arcaicas, inútiles, y que incluso incitan a la risa irónica si no están respaldadas por otras como dinero, propiedades, nivel social, celebridad, (que diantres querrá decir eso??), se cataloga a la gente por el número de apariciones en la televisión. De nada sirve poseer el don de la generosidad, (se te considerará un iluso), nadie aprecia el valor, (sólo el provecho) y parece que entre todos hemos construido una sociedad poseída por el miedo a la pérdida material, muchos hay que venderían a su familia si vieran amenazado su patrimonio.
Tengo la suerte, y recuerden ustedes que la suerte también debes buscarla, de compartir mi vida con un ser extraordinario; sus valores éticos siempre son más importantes que su propio beneficio. Un ser a quien su extrema sensibilidad y empatía con el Otro le resulta muchas veces una experiencia dolorosa. Una persona que no me deja tirar un hueso de aceituna al suelo, justo al salir del mercado, debido al peligro que éste representa para los ancianos que puedan pisarlo..., y me lo dice tan seria y convencida. Poseer el don de la sensibilidad está cada día peor considerado, el pragmatismo impera y la sensibilidad suele confundirse con inocencia, debilidad o falta de coraje..... pues no, Marina tiene además un valor fuera de lo común....., me explicaré.
Cuando uno se plantea realizar un esfuerzo con el fin de conseguir un objetivo, el miedo no suele ser un factor determinante. Un escalador, por ejemplo, puede llegar a sentir miedo en un momento concreto de la escalada, pero no padece de vértigo, así que atribuirle valor a la pasión, no tiene nada de cierto. Tiempo atrás creí que era valiente por salir con una mochila y cuatro perras a perderme por el mundo, algunos te dicen, ¡Qué valiente!..., nada de eso, si uno se ha criado con libros de aventuras y el mejor poster fue un mapa del mundo, nada hay de especial.
El miedo que paso en muchos momentos, es rápidamente compensado, y con mucho, por el placer del viaje en sí.
Con el tiempo aprendí que cada uno de nosotros somos la suma de valores y defectos, de nuestras pasiones y de nuestros miedos, no en vano, nacemos con el miedo incorporado en nuestros genes y vamos sumando miedos inculcados y los de propia fabricación a nuestra vida: no es de extrañar que sobrevaloremos la palabra seguridad e infravaloremos la belleza de la incertidumbre.
Quien más quien menos reconoce con facilidad sus propios miedos: unos al compromiso, otros a la muerte, a la vejez, a los aviones, a las arañas, a los espacios cerrados, al mar, a las aglomeraciones.... Más difícil es comprender el miedo no compartido, y por lo que he comprobado, somos bastante inflexibles al juzgar los miedos ajenos.
Marina tiene, más bien tenía, miedo a viajar, le aterraba pensar el estar dentro de un avión nueve horas para después aterrizar en un país desconocido, con una cultura radicalmente opuesta a la nuestra, un idioma incomprensible y sin nada controlado ni reservado, ni nada...., tan sólo fiándose de mi..., pocas veces alguien ha puesto tanta confianza en mi persona.
He aprendido, viajando con ella, que una persona valiente, alguien que tiene Valor, es alguien que se esfuerza en superar sus propios miedos. Una persona que comprende que los miedos corrompen la propia esencia de nuestra libertad personal. En una sociedad acomodaticia como la nuestra, es fácil rehuir nuestras fobias y vivir en un ambiente donde podemos, en base a nuestras posesiones, mantener alejados esos miedos y seguir viviendo una vida que mal llamamos "normal". ¿Para qué correr riesgos?
Ver como ella superaba sus miedos, su motivación y fuerza personal, me ha hecho ver con claridad mis limitaciones, he comprobado que me queda mucho por hacer.....
Gracies guapa.

sensibilidad.
(Del lat. sensibilĭtas, -ātis).
1. f. Facultad de sentir, propia de los seres animados.
2. f. Propensión natural del hombre o la mujer a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura.
3. f. Cualidad de las cosas sensibles.
4. f. Grado o medida de la eficacia de ciertos aparatos científicos, ópticos, etc.
5. f. Capacidad de respuesta a muy pequeñas excitaciones, estímulos o causas.
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