3/3/10

A un merluzo.....

Nos dejamos llevar por las apariencias, al menos eso parece viendo como nos tratamos en esta tierra donde es más importante el dinero que tienes o el tamaño del cocodrilo en la pechera. Y ésto en el mejor de los casos: desaparecidos para siempre, gracias a televisió, maestros y periodistas; los términos usted, por favor, o buenos días, son reemplazados po gruñidos o el típico eh!, tú, vale o silencios maleducados, que a uno, que de por sí es de carácter pacífico, le entran ganas de volver a Guatemala donde hasta para atracarte a punta de pistola te tratan con respeto y educación. "Buenos días tenga usted licenciado, ahorita mismo, si es tan amable, me regala su plata, por favor. Muchas gracias y vaya con Dios".

Me enseñaron que cada uno debe trabajar y que hay trabajo para todos y de todos los colores. Que alguien debe hacerlos, y que mientras éstos se hagan con respeto y dedicación, todos, absolutamente todos los trabajos merecen la misma consideación: desde el minero al doctor, del barrendero a la ama de casa, pasando por abogados y traficantes de droga.
Tengo un trabajo sencillo, creo que si dedicara el tiempo suficiente, podría amaestrar a un mandril para que lo realizara por mí; sería curioso ver un mono cabreado, de culo rosado y grandes colmillos, yendo de aquí para allá en una moto...., tal vez esa idea ya la tiene algún afamado empresario. Pues estaba en lo mío y fui a parar de morros con un tipo que me hizo recordar que el planeta es un lugar maravilloso poblado de gente buena, así que le estoy agradecido por subirme la moral y a él van dedicadas estas letras.
El tipo seguro que tiene varios master de todo y más, su sueldo debe cuatruplicar el mío y como no lo conozco a fondo, debo de suponer de él que es buena persona y amante de los animales y todo eso. Se dirigió a mí al verme pasar frente a su despacho, no le pido que me hable de usted pues tan sólo debo tener diez años más que él, pero tampoco es mi amigo. -"Oye tú, espera un momento que tengo de darte una cosa". Obviando el tuteo, me dolió más el de, que el tú. Debería hablar bien cuando alza la voz, por lo menos. Acto seguido empezó a explicarme una gestión, (un registro público), con pelos y señales. Fue ahí donde mi mente empezó a viajar; tan sólo mi mirada puesta en sus labios me indicaba que ese merluzo me seguía hablando.
Viajé a Belihya, un pueblecito en el Terai nepalí y recordé a Jaume, Mikka y Hans, y de como me alegró recibir un correo de la parejita holandesa hace pocos días recordándome, medio en broma, medio en serio, que hace un año les serví de guía durante una noche a través de 17 quilómetros interminables: realizados a pie y de noche, durante las huelgas, piquetes y consecuentes revueltas que casi incendian el valle del Terai la primavera pasada. Pueden ustedes imaginarse el espectáculo: primero una huelga general que paraliza el tráfico de camiones con India, el ejército viene a solucionar el dislate, la cosa se calienta y más sabiendo que hace apenas dos años este país sufría una guerra civil. Alguien que dispara al aire y casualidades de la vida, esa bala acaba en el pecho de un chaval. La gente se cabrea de veras. La gente coje palos, machetes y piedras y se planta. Esta carretera es mía. Unos treinta turistas se quedan bloqueados. Tras algunas negociaciones, unos cuantos grupos se buscan la vida por su cuenta. El grupo nuestro son los referidos y un servidor, que, tras ser dejados de la mano de Siva por un conductor cobarde o precavido en medio de la carretera, tras pactar con él cruzar los piquetes, se preguntan que hacemos ahora, en medio de una carretera desconocida a las dos de la madrugada. Y ahí te quedas que yo me voy a mi casita debió decir el pájaro al aparcar el coche en el arcén y salir por pies tras devolvernos parte del dinero.
Todos teníamos alguna razón, más o menos peregrina por estar ahí: la pareja de holandeses en viaje de novios hacia Katmandú, Jaume, un chaval en su primer viaje( esa fue la razón por la que me cayeron bien desde el principio.), y un servidor maldiciendo la promesa hecha a la familia Thapa de volver a verlos a la que me acercara a trescientos kilómetros de Nepal. No sé porqué confiaron en mí si yo tenía tanto miedo como ellos, la verdad...
Esa noche fuimos obligados espectadores de un linchamiento y sentimos juntos la vergüenza y el miedo que nos atenazaron, mientras medio centenar de salvajes apaleaban a dos hombres. De como el instinto de permanecer juntos y a pie y no subir en los sospechosos mini coches que se ofrecían a llevarnos nos salvó de una somanta de palos o de alguna pedrada traicionera, cosa que tres turistas francesas no pudieron evitar. Esa noche pude sentir la mirada de Hans temiendo por lo que en este momento más ama, repitiéndome, "are you sure? No, Hans, no lo estaba.
Esa noche tuvimos, tuvieron, tuve, la inmensa suerte de que fui reconocido en medio de la noche por un dúo calavera con el que había entramado alguna amistad el año pasado, habíamos compartido un silum en la azotea del hostal y muchas tazas de chai. Ellos estaban entre la multitud que aplaudía el linchamiento, cierto, y cuando me vieron entre el ajetreo se acercaron a mi: no te acuerdas?, el año pasado, muchas risas y luna llena?, Claro que me acordaba. Me preguntaron si estaba loco por ir de noche con la que hay montada. No hagas fotos me dijeron y todo irá bien: ya no permitieron que acabáramos solos el recorrido. Nos guiaron por las callejuelas del pueblo y hasta que no encontraron un hostal conocido por ellos que nos abrió la puerta a disgusto, no se separaron de nosotros.
Are you sure? me preguntaba Hans cuando le dije que yo me fiaba de estos dos tipos y no de otros, mal rayo me parta por olvidar sus nombres.
Pero si, la cosa funcionó. La gente es buena, la mayoría y no me costó mucho convencer a Hans y Mikka, y mucho menos a un alucinado Jaume al que su inglés de London School y su juventud le estaban jugando una mala pasada, de que en medio de ese caos, aun a riesgo de joderla, lo mejor era confiar en la breve amistad trazada un año antes en una noche de luna llena.
Los labios dejaron de moverse justo para oír sus últimas palabras, ..y luego te esperas a que lo registren y me lo devuelves, cuidado no lo pierdas, lo has entendido?
No, no entiendo porque supones que no sabré encontrar la delegación de Hacienda, no entiendo porqué no te molestas en saber el nombre de la gente, no entiendo porque no lees un poco más y aprendes a hablar mejor. No, no entiendo como presupones que sin tu aviso empezaré a descuidarme y perderé tu papel.
Los merluzos son los menos y eso es lo bonito de este planeta, por cada uno que me encuentro, me topo con cien personas educadas, que te preguntan como estás, que se interesan por la persona, que te recuerdan y te dan las gracias cuando tu ya lo habías olvidado. Tal vez ese trato, el de persona a persona, fue lo que nos ayudó esa noche en la carretera de Belihya, que no traté al vendedor de chais ni a su amigo con el desdé y la condescendencia con el que suelen tratar los turistas a los nativos que les inoportunan, sino que recuerdo que nos intercambiamos fotos de novias y familia, hablamos de tú a tú y que estuvimos largo rato mirando a una luna gorda y luminosa ajena a todas las nimierdades que nos acechan en cada esquina.
Gracias merluzo

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