Miro el pasaporte recién llegado de Madrid y compruebo que el visado esté correcto. Un conocido cosquilleo recorre mi alma. Esto ya está en marcha. Las preguntas son las de siempre de quien no me conoce mucho: " No tienes otro lugar donde ir?". " Si te gusta tanto, ¿por qué no te quedas?".
Será la quinta vez que visite este país lo cual me plantea que algo de razón han de tener. Puede que sea yo quien tenga algún problema, alguna obsesiva fijación con el lugar o sus gentes, o puede que sea el país quien me dé algo que no me ha dado ninguno de los otros países que he visitado, o puede....
Los occidentales, siempre dados a simplificar, solemos tener a la vuelta de un viaje por India unas cuantas respuestas "bien pensadas". Nuestra descripción, tal vez por miedo a decir que no hemos entendido nada, suele ser concisa y dejando bien claro que está todo entendido. Sin duda, India es un lugar donde encontrar surrealiastas historias herederas de las Mil y una noches, conviviendo con una realidad aterradora, dolorosa y muches veces cruel.
Sin duda, el tropezar en la cotidianedad de la Vida con los dos extremos de ésta es una pequeña enseñanza que siempre sorprende ya que estamos acostumbrados a una monótona vida gris y acomodada en la que nada es digno de sorprendernos. Esta enseñanza debería aplicarse después a nuestra vida cotidiana pero rara vez lo hacemos: la comodidad de nuestro estilo de vida es demasiado acogedora como para romperla con autoexigencias y problemas que suponemos que no nos conciernen.
El europeo suele ser agnóstico, cínico y poco dado a creer en nada que no se pueda poseer, pero en India, las debilidades humanas son tan fuertes como los etéreos vínculos que unen a los humanos con lo divino y metafísico. Esa es la India que el europeo medio como yo percibe la primera, la segunda incluso la tercera vez que visita el país y que siempre fascina, pero sigue siendo, creo, una visión simplista de un país complejo, fascinante y terrible.
Aprender a ver la India tal y como la ven los nativos, es aprender a ver la pavorosa deshumanización con la que se ven obligados a vivir dos centenares de millones de personas. Cuando ves la sumisión que engendra la incultura, te desesperas, pero al mismo tiempo, la luz que irradian ciertas miradas te llenan de compresión y esperanza. Aprender a amar y a criticar. Alzar la voz cuando estás ahí, entre ellos, y no desde aquí. Exigir un cambio a ciertas maneras de tratar al ser humano no significa menospreciar su basta cultura ni su compleja tradición milenaria.
Los hindúes no distinguen entre una India rica y una pobre. Ni entre una india del sur y otra del norte, ni entre una India cultivada y una India ignorante. Ni entre campesinos y habitantes de grandes ciudades. Los dioses no dividen, pero si condicionan la vida de millones de seres humanos..., algo fascinante desde el punto de vista del viajero.
Los hindúes distinguen entre una India Luminosa y otra India Tenebrosa. Es fácil trazar la línea geográfica que separa estas dos zonas. Partiendo de Cachemira, trazaremos una linea recta hasta Delhi y desde ahí rodearemos el Rajastán y descenderemos hasta Mumbai. La gran capital del sur. Seguiremos por la costa atravesando Goa, Karnataka, Mangalore y Kerala. Rodearemos el cono sur y subiremos por el Tamil Nadu hasta llegar a la próspera Madrás y desde ahí disfrutaremos en el sagrado estado de Orissa para finalizar en la próspera y culta Bengala, cuya capital Calcuta concentra el sueño y los deseos de millones de personas. Esta es la India Luminosa: no quiere decir que no haya pobres, miseria y dolor en estas zonas, pero la ilusión por vivir tal vez sea diferente. El pobre del interior sólo tiene un sueño en forma de gran ciudad: Mangalore, Madrás, Bangalore, Bombai, Delhi, Calcuta, aunque después se encuentren con la más cruda realidad, el sueño es la India de la Luz pues en esta India Luminosa parece que queda un rayo de esperanza para los más pobres. La mayoría de los dioses que gobiernan esta India, son dioses compasivos, hedonistas y festivos. Ganesh es especialmente adorado en Mumbai, Krishna y su fuente de amor y leche perpetua adorna la mayoría de las casas del sur junto a la bellísima Saraswati, e incluso en Kolkata, la diosa Kali pierde ese aire de terror que debería tener y se convierte en una diosa festiva y cercana. Es la India del mar y de la luz. Incluso la tierra, por ser zona marítima y de clima más tropical, es generosa con sus habitantes: mangos, cocos, plátanos, piñas, pescado....
La India Tenebrosa está en el centro: estados como Bihar, Andra Pradesh, Chattisgar, el popular Uttar, Madhya Pradesh, no son los destinos preferidos del turista. Incluso Benarés, la ciudad más visitada del interior, parece estar siempre esperando a los futuros cadáveres que serán incinerados en sus ghats. Benarés no brilla, pero para mí sigue siendo un imán irresistible, cada vez que piso sus calles mi cerebro parece funcionar como si fuera la primera vez que lo hace en serio, dicen que es la energía. La India Tenebrosa estáplagada de ríos: los ríos son el lugar donde la gente es incinerada y al revés que la poesía, los ríos son el final del camino. La India Tenebrosa vive entre sándalo, cenizas, dal y trigo.
La India central soporta un clima extremo que va desde el calor aplastante pasando por la asfixia hasta las inundaciones monzónicas que deben llegar a tiempo para no dejar a millones de seres sin sustento. Miles de años siempre esperando que los dioses, o el clima, sean complacientes ese año..., terrible saber que tus hijos vivirán o morirán dependiendo de una corriente oceánica.
No es casualidad que la gente adore a Hanuman, fiel esclavo de Brhama, servidor fiel que acepta de buen grado el papel que le ha tocado en la vida. O a Siva, el señor de los dioses que es adorado con vehemencia; un dios que les recuerda que la destrucción es algo habitual y necesario. Un dios adorado de tal manera que la gente más rural e inculta del granero hindú nunca se atreverá a cuestionar. Una India sofocante, llena de polvo y olores asfixiantes, donde cuesta arrancar una sonrisa de la gente poco habituada al turista. Campesinos anclados durante generaciones a una tierra dura y exigente que recompensa con una ´decima parte del sudor empleada en ella.
A cualquiera le recomendaría que se fuera de vacaciones a esa India Luminosa: con la misma facilidad que podría recomendar Thailandia, Vietnam o Senegal: un lugar donde el turista está a gusto, el clima es benigno y las gentes esperan al viajero con guirnaldas de flores.....
Pero sólo a mis mejores amigos y a las personas que amo les invitaría a viajar conmigo por la India Tenebrosa, porqué al igual que en la vida. Te enamoras y nunca es la más exótica, bella y rutilante de las mujeres o la más perfecta familia, o los hijos ideales aunque una vez enamorado de llos ya no los cambias por nada. Te enamoras y punto, y yo sé que amo con pasión esta India Tenebrosa: su sabor agridulce, su olor, su mirada, su exigencia, su dureza y su calidez. La gente de Bihar parece decir siempre con su mirada, "Qué haces aquí pudiendo no estar, vete a la India Luminosa". No te preguntan por tu país, sino por Delhi, Mumbai o Calcuta, por cómo viven esos compatriotas afortunados de la luz.
Amar no debe confundirse con desear ni querer, y por eso mismo exige un trabajo por nuestra parte, y creo que una persona no realiza su moshka, no cumple con su labor en la vida, si no ha sido capaz de amar con pasión cuatro o cinco aspectos de la vida, si no ha sabido desprenderse de parte de su propia felicidad para poder hacer felices a los que ama.
Ya está, puede que venga y vaya y vuelva, por la sencilla razón de que estoy enamorado de la India, de mi mujer, de mi familia y de mis amigos de verdad.