4/2/09

Mafia

Los tres hermanos Wellington son originarios de Zuchicatepez, centro América: las hermanas Wellington ya están casadas, las bodas de jóvenes en las zonas rurales de Guatemala no difieren en nada de otras zonas del mundo, el mismo drama. En total suman seis hermanos. Vivían, cuando eran jóvenes, en una pequeña casa de dos habitaciones, así que mientras los pequeños dormían con los padres, los hermanos mayores se las tenían que apañar para encaber su humanidad en la otra habitación junto con los abuelos por parte de padre, aunque estos ya no molestaban apenas, el abuelo se moría lentamente mientras sus pulmones se acababan de descomponer a causa de una vida en las minas de mercurio. La abuela no era más que una sombra de lo que fue tras tres guerras civiles, decenas de entierros y nulas recompensas divinas. Parió catorce hijos, vio como la guerra y el hambre se llevaban a media docena y da gracias al Cristo Negro de que uno de sus hijos tenga un techo donde acogerla: procura molestar lo menos posible.

A primeros del 2004, Luís, el más despierto de los tres varones decidió buscar fortuna en lo que antes se llamaba la madre patria, (a saber lo que tuvo que pasar antes de poder conseguir el visado de turista, el dinero, avales de gente de aquí.... otra historia). Llegó a nuestro país y como era ducho en las artes de la construcción, enseguida consiguió un puesto de trabajo razonable: 1.800 euros al mes como encofrador, más unas horas extras que cada mes caían como agua de mayo. No tardó en acercarse a un banco pensando en la legítima posibilidad de comprar una casa. En la familia de los Wellington, tal vez fuera Luís el primer hombre en generaciones que se atrevía a entrar en un banco con la cabeza alta, con la intención de pedir dinero sin esperar que un usurero mafioso lo desplumase. Aquí, en Europa, las cosas son diferentes pensaría al ver el inmaculado traje y la amplísima sonrisa del vendedor de créditos de turno. Hay que vivir en esos países para comprender la verdadera definición de banquero: allá, los banqueros del mundo tenebroso sólo trabajan para políticos, narcotraficantes, traficantes de armas y familias latifundistas que controlan la riqueza, las tierras y las vidas del ochenta por ciento del país. Sin duda, más le vale al pueblo llano mantenerse alejados de ellos, pero aquí, el director de la pequeña sucursal bancaria no le dejó pensar, le halagó, le dio caramelos, le ofreció más dinero del que pedía. Impensable. Puso en las manos de Luís una hipoteca por valor de 285.000 euros. Luís ni lo podía traducir en pesos; no entendía nada de euribor, raes, tasas y etc..., pero por fin tendría una casa decente fruto de su trabajo, aunque tardara cincuenta años en pagar, sería su casa. No tardó en llamar a su hermano Walter para comunicarle la buena nueva. Cuando se hermano llegó se maravilló de lo bien que le iban las cosas; encontró trabajo de camarero, y a pesar de que el sueldo no era muy alto, unos 950 euros, pero también, entre propinas y horas, conseguía llevar una cantidad decente a casa. Fueron a la sucursal "amiga" donde el mismo director les ofreció una nueva hipoteca para una casa. Es el momento les dijo. Ah, el momento... Luís avaló los 215.000 euros con su casa. Generaciones sin deber nada, y de repende la familia Wellington debía medio millón de euros....
Bien, yo no soy economista ni banquero y alguien me debería decir no tan sólo si existe una mala praxis o si el aval de Luís es legal. Tampoco tengo la certeza, como se dice por ahí, de que los directores de sucursal tienen primas por volumen y no por beneficio. Desde luego, no dudo que el director de la sucursal sigue unas directrices bien concretas. Tampoco me planteo, y esto es lo que duele más, si tuvo alguna duda ética, pues me parece que tantos masters, esades, ieses, etc..., no hacen más que alinear al personal y desprenderlos de valores éticos y morales. Desprenderlos de su escasa condición humana.
He leido por ahí que los bancos incumplieron el Pacto de Basilea y de ahí empezaron los problemas, creo, pero bueno, supongo que la "avaricia", y lo pongo de verdad entre comillas, de los Wellington, también ayudó un poco: mi madre me decía que sólo aceptara regalos de personas que yo supiera que me aprecian, de todo los demás, debería desconfiar pues " Ningú dona duros a cuatre pesetes".
En el 2009, cinco años más tarde, los dos hermanos han de volver a su país habiendo aceptado el banco todas sus pertenencias a cambio de las dos hipotecas. Vuelven más pobres de lo que vinieron, tal vez sintiéndose estafados de alguna manera, sin acabar de entender la jugada.
Mientras escribo esta historia basada en hechos reales, leo en el periódico una entrevista al banquero más poderoso de la eurozona, así lo bautizan, Emilio Botín. Sus palabras, todas, son dignas del mejor trilero de las Ramblas intentando justificar una cantidad indecente de billetes que la policía le ha descubierto en el bolsillo, pero me quedo con unas...
RESPONSABILIDAD. Así las cosas, la banca haría un "flaco favor" a la economía si aumentase "de forma irresponsable" el crédito, porque pondría en peligro la solvencia del sector. Lo que sí sería un problema es que el sistema financiero no fuera capaz de prestar a clientes solventes, bien por dificultades de liquidez o de capital", apostilló.
Se me ocurre una sencilla comparación. Una madre guarda en un enorme jarro de cristal la mermelada que cada año hacen los abuelos, su hijo es un forofo de ella, de la mermelada, pero la madre sabe que aunque pusiera los 10 kilos de mermelada a su alcance, si hijo no podría acabar con ellos, se pondría enfermo pues no controla su ansia o su gula. En un momento dado, la madre, pensando que su hijo se comportará, abandona la vigilancia del pesado pote y deja al niño a solas en la cocina. Cuando el impacto del cristal resuena en toda la casa, la primera reacción de la madre es de pánico, terror; corre hacia la cocina y al cmprobar que no hay heridos su corazón se tranquiliza. Por su mente pasan una sucesión de ideas: no podrán comerse la mermelada, ni ella ni él. De nada servirá chilllar al niño, el daño ya está hecho, y lo más importante, deberá buscar y recoger todos y cada uno de los cristales en cada uno de los recodos de la estancia, pues su instinto le dice que con tan sólo uno de ellos sin controlar, existe un peligro potencial. Mientras, como una cantinela conocida, sonando muy a lo lejos apesar de la cercanía repite sin cesar. -" Yo no he sido mami, yo no he sido"-




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