17/3/09

Mr. Vishnav


Nav, en hindú es barquero, igual que haldwai es pastelero, o gopi lechero, etc... Los apellidos son la marca mas inconfundible para localizar la procedencia y la casta de un hombre en la India. Pueden ocultar sobre la procedencia o a que se dedican sus familiares, pero a la pregunta obligada, que tanta gracia hace a los turistas, una pregunta que dice...father name?. Ahí, en esos papeles, bajo esos apellidos: el funcionario, el tipo de recursos humanos, el futuro suegro.... cualquiera, podrá adivinar a que se han dedicado las ultimas cien generaciones del tipo en cuestión... y no es fácil falsificar libros de familia: ni aquí ni en ningún lugar.
Tiene unos cincuenta años. Esta hecho de pura fibra y hueso. El pelo blanco, casi cortado al cero deja entrever un cráneo tostado, sin protección, como un césped marchito y amarillento que no impide que la tierra se acartone en verano. No pasa del metro setenta y va ataviado como casi todos los de su profesión: esos pantalones grises de algodon malo que algun empresario hindu debe fabricar por decenas de millones, camisa limpia y vieja, un pañuelo biharí de color indeterminado anudado entre los hombros y la cabeza y una sonrisa roja. Sus manos encallecidas demuestran lo duro que trabaja arrastrando por un gran río un bote de doscientos kilos con los turistas que pueda cargar. En sus ojos flota un delgada bruma, el glaucoma marinero, unos iris castigados a causa del brillante reflejo de la luz en el río.
Me ve sentado en el Assi ghat en completa soledad y se acerca para ofrecer sus servicios. Creo que ya sabe la respuesta de antemano, tal vez me lo pregunto ayer, o la semana pasada o el anyo pasado. Quizas solo tenga ganas de charlar, pero debe intentarlo siempre, aunque muchas veces solo obtenga como respuesta una mirada indiferente. No, no necesito un bote baba. Una de las preguntas mas comunes de Benares es si necesitas un bote. El sol ya se cuela dentro de mi cabeza, este sol hindú, duro y tenaz como pocos he visto a pesar de estar solo en Marzo: creo que hay un sol para cada país, y a este, le toco en suerte uno abrasador y plomizo. Duro. Parece que puedas tocarlo con la mano. Unos chavales se acercan a vender postales. El barquero los despide con rapidez, pero son reprenderles.
Ofrecer un cigarro o un chai es la mejor manera de entablar una conversación en cualquier lugar del mundo. Nos presentamos y pongo a prueba mi pobre hindú. Se ríe ante el horroroso acento, pero contesta encantado y me enseña a entonar, meranam Vishnav he, contesta el. Señala a los críos y mueve la cabeza resignado. Me comenta que hace veinte años no había apenas niños merodeando a turistas; sus padres se hubieran escandalizado de verlos correteando y hablando con desconocidos. La ciudad estaba mas limpia, pero no duda en repartir la culpa entre todos, turistas y locales, peregrinos y viajeros.
Duro oficio el de barquero en Benares: la pesca apenas es un recuerdo del pasado y la super población de barcas reduce las ganancias. Vishnav se compro la barca hace cinco años por 5.000 rupias, unos 90 euros: es una barca pequeña, solo puede llevar como máximo a cuatro viajeros, lo que reduce benefcios. me invita a subir y charlar tranquilos. Subimos a fumar, tiene una pequeña caja con algunos collares de rudras, pulseras y abalorios varios que intenta vender al turista durante el trayecto. Hay días que puede llegar a preguntar a mas de doscientas personas y no conseguir nada: entonces vuelve con las manos vacías a casa y me comenta resignado que eso es lo peor. Ver a tus hijos pidiendo otro chapati y no ser capaz de ofrecérselo. Pero otros días la fortuna le sonríe; unos japoneses, parejas de enamorados que le alegran el dia otros. Le gusta la temporada alta, en diciembre y enero: todo el día cargando viajeros y el sol que parece estar de vacaciones. La pregunta es obligada. Tus hijos heredaran tu trabajo?
Alza la mirada y mira hacia el sur, hacia donde están las universidades, su voz tiene un no se que de orgullo cuando me dice que si ahora se esta rompiendo la espalda, es precisamente por eso, para que su hijo no tenga que hacerlo y acabe ahi, sigue senyalando, y para no tener que casar a su hija con un cualquiera. Le comento que la escuela es el mejor banco que puede tener para su vejez. Parece que le gustan las palabras, pues asiente dando una larga chupada al biri.
No, me dice, ahora es época de examenes en India y su hijo esta en casa estudiando, mientras señala a los otros chavales que campan por los ghtas persiguiendo turistas y los no tan mayores ofreciendo drogas. Imagino las discusiones familiares, el terrible dilema entre la inmediatez del dinero fácil y la incertidumbre de que todo salga como lo ha previsto. que su hijo acabe la escuela, que su hija acabe la escuela. Que trabajen en un lugar con ventilador o para el gobierno o hasta donde puedan alcanzar.
Me encanta esta India de tipos duros y honrados, pues son la mayoría. Una mayoría anónima, que no molesta al viajero ni busca lucrarse con el turista novato. Una mayoría que no recurre al negocio fácil ni a la explotación de sus hijos. Una mayoría que esta cambiando su tierra con el minúsculo grano de arena aportado desde la honradez y el trabajo.
Una mayoría, en la que los turistas deberían fijarse mas para poder entender este inmenso y complejo país.