Viajar y los libros...

" Cuando yo era muy joven y tenía dentro esa ansia de estar en otro sitio, las personas mayores me aseguraron que al hacerme mayor se me curaría ese prurito. Cuando los años me calificaron de mayor el remedio prescrito fue la edad madura. En la edad madura se me aseguró que en unos años más se aliviaría la fiebre y ahora que tengo cincuenta y ocho tal vez la senilidad alivie la tarea. No ha habido ningún remedio eficaz. Cuatro ásperos pitidos de la sirena de un barco aún me erizan la piel y ponen mis pies en movimiento. El sonido de un reactor, hasta el toc-toc de unos cascos herrados sobre el pavimento, producen un viejo estremecimiento, la boca seca y la mirada perdida, las palmas ardientes, una agitación en el estómago... En otras palabras, no mejoro; en otras palabras más, el que ha sido vagabundo alguna vez, lo será siempre. Me temo que es incurable... Cada viaje es una entidad diferente. Tiene personalidad propia, temperamento, individualidad. Un viaje es una persona en sí; no hay dos iguales. Guías, programas, reservas...naufragan y se hunden ante la personalidad del viaje. Sólo cuando admite esto puede el vagabundo relajarse y asumirlo. Sólo entonces se disuelven las frustraciones... La forma segura de equivocarse es pensar que lo controlas...
Bello eh?..Es una suerte que existan libros, sólo entonces podemos los analfabetos intentar explicar lo que verdaderamente sentimos al ver preparada nuestra pequeña casa, mal llamada mochila, y sentir esa extraña sensaciòn de abandono, soledad, seguridad e incertidumbre.
Una escapada de fin de semana al lago Izabal recarga mis fuerzas y mis sentidos...què màs???