Ahorita nos vemos cuate....

Complicado el despedirse de un país, de un lugar, de un pueblo y de unos amigos. El saber que no volverás a un lugar, no porque sea feo o lo hayas pasado mal, sino porque tienes el convencimiento de que mil lugares más te están esperando, hace que procures mantener cientos de recuerdos en tu cabeza y la tristeza te invade al saber que tantos sucesos, vivencias, desilusiones y alegrías quedarán aparcados en algún lugar oscuro y profundo de la memoria.
Guatemala y sus gentes me han dado mucho más de lo que creo haber aportado yo; por más que muchas veces haya parecido que mis comentarios eran solo una crítica, fueron hechos cuando ya me dolía Guatemala, cuando empezó a preocuparme la salud y la educación de sus niños, la seguridad e integridad de sus mujeres, cuando los lagos y selvas me hablaron pidiéndome una voz más para que dejaran de ser ensuciados o expoliados. Me duele Guatemala y ese dolor nace del amor hacia una tierra que me acogió, me enseñó, me mordió y en la que he dejado una parte de mi vida.

Los lugares son fáciles de recordar; no creo que nunca se borre de mi memoria cuando se me escaparon unas lágrimas viendo salir el sol desde lo alto de unas de las pirámides de Tikkal, cada vez que quiera, volveré a ver el lago Atitlán rodeado de nubes, recordaré como cambia de color conforme el sol lo calienta, como se refleja el volcán al mediodía, imposible olvidar el sentir como la tierra está viva mientras la suela de goma de las "kaytes" se derriten ante el calor que surge del volcán Pacaya. La selva petenera, aun se me ponen los pelos de punta al recordar la explosión de color de mi primer colibrí, los pavos reales, monos aulladores, la tranquilidad de las tarántulas o la extraña belleza de mis amigos los escorpiones....un lujo de país.

Pero si algo se va a quedar para siempre en mí es lo que aprendí de la gente a la que tuve el honor de conocer estos meses, desde el voluntario más altruista hasta el Q'etchí que me miraba con cara de asombro entre las cañas de su cabaña: mis niños tanto en el orfanato como en San Pedro que me han hecho aprender, me han limpiado...aún cierro los ojos y veo a Francisco, Sebas, Berverly, Xirly, Lesbia, Jenny...y me duele predecir un futuro obvio para ellos. El humilde y maltratado campesino chapín, siempre dispuesto a ofrecerte un tamal o una sonrisa. El reír, ilusionarme, aprender y crecer con "niños" grandes como Flori, Walter, Lilian, Merche, Mike, Paloma, Aaron, don Salvador, Marcel, Nora, Susan, Scottie, Juan, Ursula, Claudia, Tita, Marcel, Luís Felipe, mi "perdita durango", Cris, Cristhian, Dudu, Moe, Johnny, Ricardo, Giana, Maxime, Daniel, Lizandro, Yoko, Claudia, Ceidy la bonita antigüeña, Alberto, Stacy "crazy stacy", Rosita, María, la "seño", don Samuel, Bepo, Mónica, Jung, Lúís el "rizzo", Juan "Texas", Michael, Julio el "tata", Lars, el "maestro", Paco, Paola, David, Gemma, Rebeca, Maramsha "la bella", Manel, Pau el "güero", Andrea, Jana, Isabel, Diego y Patri "cuéntame algo bonito", David "beckam", Meme, Caro, Neto el "rasta", "Lagartoff",...y por supuesto la gente me ha apoyado incodicionalmente de una manera altruista, desinteresada y generosa desde Barcelona y Andorra: una pequeña familia que gracias a todos los dioses ahora no para de crecer, a mis AMIGOS con los que tengo la suerte de compartir el trabajo y la vida diaria,... A ellos tiempo tengo de sobras para agradecerles que me hayan permitido realizar un pequeño sueño, tal vez un primer paso hacia otra forma de entenderme...si, tal vez...