Antigua

Otro impulso me lleva a despreciar el trabajo ofrecido en Antigua; supongo que trabajar con Edwin y sus amigos me permitiría vivir con más relajo, pero....

A ver: Antigua es una bella y cara ciudad. Otra Guatemala se vislumbra en sus calles, una Guatemala donde la gente no va armada, donde las niñas no se casan o se quedan preñadas a los trece años, una Guatemala en cuya memoria no persiste aún el odio o el resentimiento de treita años de guerra, pero también una Guatemala que no me acaba de gustar.

Edwin y sus amigos parecen ser la nueva hornada de jóvenes emprendedores, ven el el turismo una fuente de ingresos aún por explotar. Están haciendo de todo: abrir casas de huéspedes, escuelas de idiomas, restaurantes. Van con el celular pegado ala oreja, gastan trajes caros y su frenético ritmo de vida es muy parecido al europeo. Si me quedara con ellos estaría viviendo el mismo ritmo de vida dejado atrás. Creo que a Cris, la amiga malagueña que dejo aquí, le irá muy bien, pero a mí....estoy aquí, supongo, para no hacer lo mismo que en Europa. Me ha picado lo de "profe" rural.

En Antigua apenas recuerdan que hubo una guerra que asoló el país apenas hace 10 años; cuando les explicaba a los antigüeños las condiciones de vida en las zonas rurales, en sus rostros aparecían la misma sorpresa como si lo explicara en casa. La guerrilla nunca entró en Antigua y el ejército cabrón respetó a sus adinerados ciudadanos.

Me llevo el recuerdo de la amabilidad de sus gentes, de sus preciosas y coloristas calles, de su historia y de sus iglesias. Del imponente volcán de El Agua que vigila la ciudad y del lugar donde pasé un día bien chévere para acabar convirtiéndome en hermano de tatuage de Marcel... pero no creo que me sintiera a gusto y mucho menos creo que llegara a comprender este país recluyéndome en este islote de civilización...y esa es una de las razones por la que estoy aquí. APRENDER.