DESTIERRO DE MENTIRAS

Y se desveló lo que ya todos sabíamos. Un suceso que debería haberse convertido en un duelo general se transformó en discusiones con amigos, crispación en la calle, acusaciones terribles, teorías conspirativas, ...Hasta llegar al extremo de sentir verguenza de mi nacionalidad al ver como un grupo de energúmenos insultaban y se alegraban del asesinato del hijo de la portavoz de la asociación de víctimas del atentado del 11-M.
Nunca hablo de política, pues la experiencia nos dice que para conseguir el control o el poder de un país los seres humanos son capaces de todo....de TODO. Pero estos tres años de difamaciones, de no respetar el dolor de quien a perdido a lo más querido, entiendo que exige una reparación moral, hay gente que no debería pisar este país nunca más: como en los tiempos de los Austrias, lo mejor dería desterrarlos a una isla lejana y deshabitada.
Siento verguenza de esos que se llaman españoles insultando y usando cadáveres como si de panfletos propagandísticos se tratara. Siento verguenza de ver que un tipo que dice representar a nueve millones de españoles no sepa reconocer las bases de un sistema democrático: la separación de poderes. Siento vergengüenza de esa incultura general, ese papanatismo provinciano que a muchos les parece inpensable un mundo global. Ni guerra de Irak ni conspiraciones: vivimos en un mundo desigual donde el odio avanza a pasos agigantados y una válvula de escape explotó en Madrid, en Londres, en Casablanca, en Moscú, en NY, en Bali, en Yemen, en Beslan, en Estambul, en argelia, en Karachi, en Bombay....y algún atentado en estos últimos siete años me dejo...
No más, no volveré a hablar de política ni de trucos políticos, pero la historia nos enseña que cuanta más constancia escrita y visual hay de una opinión, más se generaliza y se convierte en norma y es nuestro deber evitar que lo vivido estos años se repita. NO MAS JUEGO SUCIO,...