23/3/08

KIDS

Una de las impresiones mas extremas que se pueden sentir en India es ver las condiciones en las que están miles de niños. No son mayoría, como se piensa mucha gente, ni por supuesto, la pobreza es sinónimo de falta de afectividad o cariño, (ya le voy pillando el truco a las enyes, ya solo faltan los acentos...).
Para un europeo, contemplar como un crío pica piedra, carga en sus pequenyos hombros pesos imposibles, o se gana el sustento mendigando, es sencillamente inaceptable, como un golpe bajo. No por estar avisado, el primerizo deja de sobrecojerse, y ni mucho menos, por haber visto la escena en otros países o localidades decenas de veces, deja uno de enojarse con este planeta y sus habitantes.
La primera vez, sueles encariñarte con uno de ellos de entre la docena que te son comunes: ya sea por un recuerdo medio borrado de la infancia, por la calidad de su sonrisa, por parecer el mas desvalido.... suele pasar, y en los álbum de fotos de mi casa habitan niños, espejismos del pasado, con los que me encariñé y me dolió separarme.
La repetición de la escena, año tras año, hace que tomes cierta distancia y premies la efectividad de tus actos: lo que antes eran caramelos y fotos, se ha convertido en fruta y magia. Tengo la vaga sensacion de que los niños, al tener una consciencia difusa de su futuro y apenas recuerdos del pasado, viven el presente con un realismo absoluto. No existe el mañana y disfrutar de cada momento les hace encarar las durísimas condiciones de vida con un pragmatismo que envidiamos los adultos.
Comprobe que en mis fotos, los niños no crecen y son felices ese instante infinito, ese microsegundo que tarda el diafragma en captar su luz, y eso antes me consolaba de una manera estúpida. Por esa razón ya casi no hay niños en mis fotos, si yo no me engaño, si ellos no se engañan, seguiré viéndoles crecer, bien o mal, en mi memoria y cuando vuelva a ver a ese niño, (al final siempre es el mismo), no le haré creer en cuantos de hadas, sencillamente buscare la manera de que sean felices ese día, esforzándome, tomándome el tiempo necesario para que ese instante no se reduzca a una foto, tanto para ellos como para mi...
Hoy a tocado magia con los enanos de la chola, (grupo de barracas), cercana a mi habitación. Despreciar tiendas, templos, compras y fotos y pasar las horas con unos mocosos que ya no recordare dentro de unos años me llena de una manera egoísta y plena, pero, y ahí esta la causa de mi cabreo, tengo la certeza que tanto los templos como la pobreza seguirán en el paisaje pasen los años que pasen....