LA CONSPIRACION...FRAG
El joven abogado noruego abrió la carpeta con las instrucciones tal como le habían ordenado. Exactamente a las 19:45 en el vuelo de AA destino Guatemala city. Leyó con atención las extrañas instrucciones. Parece una broma de mal gusto, pero un joven abogado como él, que acaba de ingresar en uno de los bufetes más exclusivos de París, no debe cuestionar nada, ni las órdenes más idiotas.
... De como llegar al fin de la Humanidad:
El abogado P47, en adelante, El Visitante, deberá considerarse afortunado dado que su llegada a la capital coincide con el ocaso: en ese caso bastará con asomarse por la minúscula ventanilla del avión y dejarse llevar por la belleza del espectáculo. El Visitante observará como el sol se retira lentamente tras un imponente cordillera de volcanes, coloreando de ocres, rojos y amarillos, la extensa ciudad que descansa a sus pies.
El abogado así lo hizo y quedose maravillado. Siguió leyendo.
Cuando el avión se aproxime, la ciudad adquirirá vida como por encanto y no le será difícil distinguir las amplias avenidas que cuadriculan con perfección cartesiana; tanto a pequeñas construcciones como a miles de automóviles, alineados en perfecta formacióm militar.
El abogado observó los enormes atascos inherentes a una gran ciudad. Hormigas metálicas, rojas y blancas. Hormigueros grises.
El visitante se percatará de la práctica ausencia de rascacielos lo que le permitirá una visión completa de Guatemala city. El Visitante pedirá su última consumición antes de abrocharse los cinturones.
El joven abogado se estremeció pensando en la complejidad y sencillez de su misión: ahí, bajo ese orden aparente, lejos de cuanto su refinada educación le había mostrado del mundo, ahí abajo moraba el caos y la pobreza, y su misión consistía en permanecer en ella no más de media hora, cumplir su estúpido encargo, y volver a su comodidad europea. El avión aterrizó y el joven abogado siguió de nuevo las estrictas indicaciones.
El Visitante deberá cruzar el flamante nuevo aeropuerto de La Aurora y buscará alojo en los exclusivos hoteles de la Zona Nueve donde tiene reservada su habitación. El Visitante se tomará la noche libre y estará en perfecta disposición a las 6:56 AM.
El abogado se percata con alivio y satisfacción como cientos de guardaespaldas, vigilantes y carabineros mantienen alejados a los indeseables, permitiendo que determinadas zonas de la capital puedan llegar a ser tan exclusivas como la quinta avenida de NY, el centro de París o el aburguesado Chelsea en Londres. Apartamentos de 25.000$ mensuales, cocineros privados, rancheras y hasta un pequeño Rodeo Street donde las adineradas muchachitas y muchachitos de la élite pueden gastar dólares y dólares. El joven abogado es conocedor de todo esto y le place: el pertenece a esta casta humana. La habitación está a su gusto y dormir plácidamente es fácil cuando tienes la barriga y la cartera llena; y el abogado así lo hizo.
Se levantó temprano y se vistió con su mejor traje tal y como las instrucciones le ordenan y esperó en el hall del hotel a que fuera la hora exacta para abrir la carpeta.
El Visitante desestimará el taxi y buscará los autobuses colorados. Preguntará por la Zona Tres. El Visitante establecerá sólamente la comunicación imprescindible para llegar a su destino. Desestimará cualquier intento de aproximación o diálogo con los nativos. Una vez en el lugar, se apeará y caminará con celeridad hasta el destino fijado única y exclusivamente guiado por su instinto y olfato.
Tres pesos, un autobús colorado, una pregunta al conductor. Calor, vapores humanos. Rostros impersonales, carne de cañón. El abogado se preguntó que impulsa a vivir a estos miserables.
No resulta muy difícil llegar hasta los confines de la humanidad; el primer aviso de pobredumbre lo advierten sus fosas nasales. Las viviendas se encaraman por la ladera haciéndole sudar y doblar las rodillaas en el ascenso. Miradas desconfiadas, risas burlonas por parte de unos jóvenes. No entiende ni una palabra y el miedo se apodera poco a poco de él, pero tiene una misión. El joven abogado callejea sumido en arcadas sin atisbar su origen. De repente, por fin, ahí está: los confines de la humanidad. El panorama es estremecedor: una montaña de basura tan extensa como tres recintos olímpicos; una montaña formada con basura, hierro y plástico. Una montaña pestilente, cuya cima alcanza los cuatro pisos de altura. En su interior, pues no hay otra manera de decirlo ya que sus piernas se hunden hasta las rodillas en la mierda, el abogado observa a niños, perros y mujeres husmeando entre los deshechos. El abogado se siente objeto de decenas de miradas curiosas: media docena de niños han olvidado la la búsqueda y se centran en el desconocido. Niños famélicos de grandes ojos oscuros. Su ropa dejó hace mucho de tener tal nombre y apenas unos míseros harapos cubren unas epidermis plagadas de cicatrices. El abogado sabe, pues el dossier es extenso y concreto, que no sólo los hierros oxidados, las chapas y los cristales, producen esas cicatrices: la determinación con la que estos niños desafían su mirada, debe ser la misma que emplean en su lucha diaria contra ratas y perros. Contra ladrones y violadores. Una corta existencia en los límites de la Humanidad. Sin duda no hace falta cruzar valles y escalar montañas. Ni remontar ríos de nombres mitológicos. Ni un simple machete se necesita para llegar al fin del mundo....
El Visitante se adentrará quinientos metros entre Nuestros deshechos y depositará el maletín. Fin.
El abogado soltó su maletín. Parece caer en cámara lenta mientras los chavales siguen hablando ese estúpido idioma. Las arcadas se suceden: zumo de naranja y tostadas inglesas. Bilis. Dolor. Vomitó sobre sus zapatos italianos. Mierda de trabajo....
A veure wuapo, desprès del capítol 5 va el 6, ¿si ó si ? .
ResponderEliminarLOVE
En el teu mon 0rdenat segurament sí...pero, no se....
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